Cada
vez que su hijo le pide dinero, ¿usted evalúa cómo
le va en el colegio o si se portó bien los últimos
días?
Especialistas
en psicología infantojuvenil coinciden en que esto es una
mala señal para la futura administración que los
chicos harán de su dinero.
"Los
chicos aprenden por su propia experiencia a manejarlo, por lo
que es muy importante que desarrollen buenos hábitos desde
chiquitos", afirmó la licenciada Graciela Contreras,
psicóloga y profesora de la Universidad de Ciencias Empresariales
y Sociales (UCES).
A
los 3 o 4 años, según la especialista, un chico
ya tiene el concepto de que necesita plata para comprar algo y
está en edad de ir con la mamá al quiosco en busca
de golosinas, figuritas o algún juguete.
"Para
comenzar a darle dinero, sería conveniente que los padres
esperen por lo menos hasta que aprenda a leer y escribir o a poder
hacer una cuenta, porque lo importante es que pueda percibir qué
tiene -agregó Contreras-. Es el momento de darle dinero
a tono con sus pares y que aprenda a manejarlo. Cuando esto ocurre,
se nota que aprecian más su valor."
Pero,
¿cómo hacerlo? Lo mejor es hacerlo de manera gradual.
"Primero,
hay que darle monedas para que haga una compra determinada y es
conveniente que los padres le pregunten si le dieron el vuelto,
porque esto ayudará a comprender mejor el uso del dinero
y a valorarlo más", opinó la psicóloga
Eva Rotenberg, miembro titular de la Asociación Psicoanalítica
Argentina y directora de la Escuela para Padres.
El
siguiente paso es darle dinero para usar en el recreo, en el club
o en algún otro lugar adonde asista en forma habitual y,
según cómo lo administre, los padres pueden asignarle
un monto semanal con el objetivo de que pueda ir aprendiendo a
organizar sus gastos.
"Todo
está apoyado en el vínculo con los padres: si son
personas para quienes diez pesos no son nada, los chicos, posiblemente,
ni siquiera pedirán el vuelto. Y esto será parte
de la conducta que tendrán como adultos", agregó
la licenciada Rotenberg, que también preside el Comité
de Adopción de la Asociación Médica Argentina.
Por ensayo y error
Entre
los 8 y los 12 años, la paga semanal tiende a ser más
flexible, como entre los adolescentes, porque ya tienen más
gastos. "Lo importante es darles el dinero y explicarles
qué es lo que deben cubrir con él en la semana",
indicó la licenciada Contreras.
Los
chicos aprenden a administrar mejor su dinero por ensayo y error.
Es habitual que quieran tener lo que un amiguito compró
o lo que vieron en una publicidad y que, a los pocos minutos,
se arrepientan o lo que ha comprado que pase rápidamente
al olvido en un rincón de su habitación.
"Nunca
hay que cuestionar lo que elijan. Ahora, si se quedó sin
plata, debe comprender que el error es resultado de su decisión
ante la posibilidad de elegir -recomendó Contreras -. Los
padres y abuelos debemos mordernos la lengua una vez que un chico
decidió cómo gastar su dinero."
Para
la licenciada Rotenberg, es muy bueno para el desarrollo de la
personalidad que todas las elecciones dentro del mundo infantil
las hagan los chicos. "Si se gasta todos los ahorros en sus
figuritas, por ejemplo, no hay que reponerle su dinero enseguida
porque de esta manera entonces nunca aprenderá a ordenarse",
dijo.
Eso
sí, los padres no deben postergar ni olvidar la entrega
semanal -la cantidad más conveniente que consideren- del
dinero. "Hay que tener en cuenta que para un chico, una semana
es como veinte años para los adultos", señaló
Contreras.
En
este camino de aprendizaje, las especialistas consultadas destacaron
la importancia de que los chicos aprehendan -en el sentido de
un aprendizaje vivencial- los tres usos básicos del dinero:
gastarlo, ahorrarlo y compartirlo.
De
ahí la necesidad de que los padres no utilicen el dinero
para premiar o castigar conductas. Cuando esto ocurre, se abre
la puerta a un vínculo patológico que, según
la licenciada Rotenberg, se basa en la recompensa y el castigo.
"Así
se genera un vínculo en el que el dinero es una excusa
y que impide que el chico le dé el valor de intercambio
-indicó la especialista-. En la adolescencia, ese vínculo
es más crítico porque son los hijos los que someterán
a presiones a los padres con frases como: «Si no me das
plata para comprar esto o aquello, no estudio», ya que a
esa edad tienen más fuerza y más independencia y
cuestionan mucho más las decisiones de los adultos."
Otras
dos conductas a las que los padres tienen que estar atentos son,
primero, reconocer si el chico utiliza el dinero como herramienta
para ser querido por sus amigos o, segundo, si tiene vergüenza
de pagar.
Mientras
que la primera conducta es síntoma de autodesvalorización,
la segunda es señal de inhibición y hay que analizar
cuál es la causa de los miedos que lo llevan a comportarse
de esa manera.
Saber decir "no"
Un
punto de unión entre la gran cantidad de dudas que suscita
en los padres cómo y cuándo comenzar a darles dinero
a sus hijos, es el de saber decirles "no" a sus hijos.
Y, en esto, no influyen las características socioeconómicas
de la familia.
Según
su experiencia, la licenciada Rotenberg destacó dos problemas
frecuentes. Por un lado, los padres con alto nivel adquisitivo
suelen asegurar que no tienen argumentos válidos para negarles
a los hijos el dinero que ellos piden.
Por
el otro, los padres con bajos ingresos que no pueden comprar todo
lo que sus hijos reclaman.
En
el primer caso, "el «no» debe ser dicho simplemente
porque el chico necesita recibir educación, ya que si a
su hijo le dan todo lo que pide, no aprende a conseguir ni a valorar
nada -explicó la especialista-. Los padres creen a veces
que si tienen dinero no pueden negarse a darle lo que su hijo
quiere porque no tienen argumentos para ello, olvidándose
de que el principal motivo es pensar qué es lo mejor para
la educación de su hijo, y en muchos casos lo mejor es
poner un límite, decirle justamente «no»".
En
los hogares con menos recursos, en tanto, lo importante es no
colocarse en posición de víctima para no hacer que
los chicos se sientan desvalorizados frente a otros por lo que
supuestamente no tienen.
"Hay
una gran diferencia entre estar limitado económicamente
y ser «pobrecitos» -enfatizó Rotenberg-. Hay
formas de hacerle sentir al hijo que no sólo no es necesario
tener muchas cosas, sino que además es poco inteligente
seguir las pautas de una sociedad de consumo."
Esto,
para la especialista, puede ser una situación complicada
en la que es imprescindible no sólo el criterio de los
padres, sino también "que los padres tengan criterio.
Cuando los padres les dicen a sus hijos «no» con sentido,
los chicos comprenden y no protestan", dijo Rotenberg.
Eso
incluye explicarles o decirles el porqué de una decisión
y mantener la coherencia a futuro en la rutina del hogar y evitar
las concesiones. "Los padres deben tomar conciencia de esto
porque los chicos perciben cuando las decisiones son momentáneas",
concluyó Rotenberg.
Por Fabiola Czubaj
De la Redacción de LA NACION